Pies-Inquietos nació a finales de julio con lo que este agosto no pudimos ir de vacaciones. La verdad es que teníamos muchas ganas, así que cuando lo vimos claro nos lanzamos a la aventura y nos fuimos 4 días a ver mundo… concretamente a Camprodón.
Lo cierto es que hasta ahora el peque no nos
dejaba mucho margen de movimiento:
1- Comida por turnos: Mientras uno
come el otro se encarga del pequeño.2- Dormir al niño sólo en brazos: Ni se dormía solo, ni en el carrito, ni en el coche...
3- Darle de comer a demanda: Dar pecho a todas horas y en cualquier lugar.
4- No le gusta ir en mochila portabebés: llora y se pone rojo, MUY ROJO.
5- No le gusta mucho viajar en coche, y llora y llora...
Con este panorama preferimos ir a un ambiente
urbano (aunque nos gusta más la montaña) y como la idea también era no hacer
nada de las tareas del hogar pues buscamos un hotel. Además tenía que ser uno
pequeñito, acogedor, tranquilo, sin mucha gente… y encontramos esta cucada:
Hotelet del Bac, en Camprodón, y donde, en pleno mes de noviembre y entre
semana, íbamos a estar SOLOS!! (crick-crick… crick-crick…).
Pues bien, siguiendo el post de mi hermana caracol,
hicimos las maletas:
Algo va mal cuando una maleta es para los
papis y la otra para un mosquito de medio metro. Creo que llevamos más ropa
para el pequeño de la necesaria para 4 días, pero siempre piensas que va a
haber más de un escape o por si hace calor o por si hace frío…
Nota mental: mirar la previsión del tiempo
antes y ser racional con la cantidad de ropa que llevamos. Hacer lista previa
para no olvidarse nada: Si me olvido el paracetamol por si tiene fiebre lo
puedo comprar en la farmacia, si me olvido el chupete soy mujer muerta.
El hotel nos proporcionó una cunita y bañera
plegable. La bañera que usamos en casa tiene una especie de topes para que el
niño no resbale y además un sensor para que la temperatura sea la óptima. Esta
no tenía ni una cosa ni la otra así que no teníamos el control del nada y el
primer baño fue un desastre. Fue entrar y salir, el niño llorando, no sabía
cómo cogerlo…
Nota mental: para asear al bebé no hace falta
meterlo en el agua. Si no tienes bañera, busca alternativas.
El primer día cogimos el coche y el pequeño
se durmió por primera vez durante el viaje (primer impacto y cara de besugo de
los padres) así que nos animamos y fuimos "tira-tira" hasta Figueres para ver el
museo Dalí. Allí no puedes entrar con carrito porque no está adaptado pero te
dejan una mochila portabebés. Sorprendentemente Pies-Inquietos aguantó una
horita (segundo impacto y cara de besugo de los padres) y pudimos ver el museo
con parada técnica para comer.
Nota mental: lleva siempre a estos sitios la
mochila portabebés por si la puedes necesitar.
Nos fuimos tan lejos aprovechando que dormía
que no pensamos que después de todo el día fuera de “casa” tendríamos que
hacer, además, 1 hora de viaje de vuelta. Paramos en Besalú pero ya era tarde,
la hora crítica ya estaba cerca así que se pasó casi toooooodo el viaje llorando.
Nota mental: planifica bien el tiempo si
viajas en coche y a la criatura no le gusta. Vuelve antes de su hora crítica.
Si el viaje es largo, programa paradas y aprovecha para ver lugares.
El inconveniente de que fuera noviembre es
que hacía frío y acabábamos comiendo de menú en restaurantes (Podría ser chulo
hacer un picnic en un parquecito). Por la noche cenábamos en el hotel. Por
cierto, ¡la comida estaba de infarto de lo rica que era! Como el peque aun no
usa trona estaba siempre en el carrito un poco incorporado y respetó bastante
nuestro momento gastronómico (tercer y último impacto y nueva cara de besugo de
los padres).
Nos llevamos el intercomunicador de bebé, que tiene cámara, y la
señal nos llegaba perfectamente desde la habitación al comedor, así que sobre
las siete bañábamos al niño, cenaba y lo dormíamos en la habitación. Así
podíamos cenar tranquilos y tener un ratito solos de relax.
Bueno, a grandes rasgos esta es la
explicación de nuestras primeras minivaciones siendo tres en la familia. Lo
pasamos genial pese a todo, y lo importante es que pudimos descansar, aprendimos de los errores y vimos grandes cambios en
nuestro hijo (¿serán los nuevos aires?).
Ah! No me gustaría acabar sin decir algo del
“hotelet”: tiene 4 años de vida, todo muy nuevo y sólo tiene 9 habitaciones.
Una gran sala para descansar, leer el diario o tomarse una copita, y unos
exteriores que seguro que son más aprovechables con el buen tiempo. Como todo
no puede ser perfecto, eché de menos un ascensor (niño escaleras arriba, niño escaleras abajo) y pese a estar a 5 minutos andando del pueblo, el camino ni
está asfaltado ni iluminado por la noche.
Los propietarios son muy agradables y
estuvieron muy atentos con Pies-Inquietos. La pena es que seguramente no se
acordará de esta salida, así que ¡prometemos volver cuando crezca un poquito!
¡Hasta la próxima!
Gemma
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